La pintura de la fachada de nuestra casa pretende transmitir nuestra personalidad y además de protegerla de la climatología como la lluvia, el viento o el sol. Es importante destacar que los colores que funcionan en el interior de la casa no tienen porque hacerlo en el exterior. Ser excesivamente atrevido en la fachada puede traernos dolores de cabeza, no sólo por cansancio visual, sino por el impacto de la luz del sol en la pintura. En Pintura hemos preparado una colección de pinturas especialmente indicadas para exterior. y por supuesto también el blanco, sin duda el color más utilizado.Por eso tenemos que tener en cuenta antes de elegir el color de nuestra fachada; la orientación de la casa, su exposición a la lluvia y al viento, la superficie a pintar y sobre todo el estado del revestimiento y los posibles puntos de humedad. Todos estos factores pondrán a prueba a la pintura y su duración y estado general.
– Limpieza. Antes de pintar el exterior de una vivienda, deberermos inspeccionar con detalle toda la fachada. Una vez elegida la pintura y el tratamiento a aplicar tendremos que limpiarla para eliminar cualquier tipo de suciedad que impida que se fije a la superficie. Este trabajo dependiendo del tipo de fachada se puede realizar con una pistola de agua a presión o bien con un cepillo de cerdas rígidas.
– Aplicación. Para aplicar las pinturas de exterior se ha de tener en cuenta la porosidad de las paredes, que determinará la selección de la pintura. Las técnicas de aplicación variarán de acuerdo a la herramienta que se use. Por lo general, es suficiente con dos capas de pintura, aunque si la superficie es muy porosa, deberán aplicarse tres capas. Es fundamental que antes de aplicar una nueva capa la anterior esté seca. Por su resistencia a los rayos UVA, la pintura más utilizada para fachadas es la acrílica. Además, su secado es el más rápido.
Si la vivienda está en una zona lluviosa, la opción adecuada consiste en tratar las paredes exteriores con un revestimiento elástico, que puede ser incoloro para proteger la fachada sin ocultar la pintura decorativa.
En cuanto a los acabados, son posibles satinados, brillantes o mates. Este último tipo de pintura se adapta muy bien a las superficies de cemento u hormigón.
Cuando se aplica la pintura con brochas o paletinas, conviene usar una de 10 a 15 centímetros de ancho, ya que una más grande puede resultar pesada. Si las paredes son muy porosas, hay que elegir un pincel de pelo duro. No obstante, dado el tipo y tamaño de las superficies exteriores, lo más habitual es que el uso de brochas y pinceles se limite a los ángulos de las paredes y al contorno de puertas y ventanas.
La mejor opción para pintar paredes exteriores es el uso de un rodillo de lana con un mango grueso para extender mejor la pintura. Si las paredes son porosas, esta herramienta debe tener abundante pelo. En caso de que la textura sea más liviana, bastará con un rodillo de pelo medio. Las capas de pintura deben ser más densas que las necesarias para pintar el interior de la vivienda. Para obtener un buen acabado, se debe pasar la brocha o el rodillo en trazos verticales, que se alternarán con trazos horizontales. Para trabajos de gran envergadura, es indicado usar pistola. En superficies muy grandes y sin aberturas, se debe pulverizar en franjas horizontales.
– Condiciones para el pintado. Cuando se pintan paredes exteriores, hay que condicionar el trabajo al clima. Si el día elegido hace mucho viento, la pintura se secará a medida que se aplique y no se podrá extender bien. Cuando el sol se refleje en la fachada, la pintura perderá sus propiedades, se volverá más líquida, se secará con demasiada rapidez y se formarán pequeñas fisuras. Para evitarlo, se debe iniciar el trabajo en la superficie orientada en sentido opuesto a la salida del sol.